LA SOBREPROTECCIÓN, UN MIEDO CON LAZOS INCOHERENTES
Darnos cuenta de los miedos que influyen en nuestras vidas es una ardua tarea, ya que muchas veces no detectamos la procedencia de esos fantasmas que nos atormentan cotidianamente. En muchos casos haber tenido una infancia en la cual prevalecía la sobreprotección, es la causa más probable de angustias que a lo largo de la vida seguiremos arrastrando, adheridas a nuestras actitudes miedosas.
El haber vivido bajo un ambiente de sobreprotección con madres o padres miedosos o nerviosos, cuyas frases habituales se basaban en los lazos del apego, del control continuo y de la exigencia, sin dar pie a la libertad de expresión del niño o adolescente como individuo pensante, pudiera ser la causa de este miedo que se extiende a lo largo de su vida. Ejemplos claros: “¡cuidado!, no dejes de llamarme”, ”no me gustan tus compañías, seguro que quieren aprovecharse de ti”, “ no te tires en el suelo que puedes coger una grave enfermedad”, “no te alejes, no corras tanto, no te ensucies”, etc… Todo ello son alarmas que se repiten en nuestra memoria con el paso de los años y que se van convirtiendo en miedos infundados que desgraciadamente limitan nuestra calidad de vida.
Para rescatarnos y despegarnos de esos pensamientos tóxicos y poder proseguir en armonía, es necesario contar con la ayuda de un profesional de la salud mental que nos ayude a liberarnos para no repetir el mismo patrón con nuestros hijos.
Hay que tener en cuenta que no debemos culpar a nuestros padres de esta situación, ya que ellos simplemente han querido aportar lo mejor para nuestra educación sin saber que aquellas “simples” frases calarían hondo en nuestra vida, decisiones personales y autoestima.
Por todo ello y sin demora es adecuado contar con la presencia de un psiquiatra que acabe con estos desafortunados sentimientos.